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martes, 3 de noviembre de 2009

Iglesia no puede callar cuando la vida humana está en juego


El Obispo Prelado de Ayaviri, Mons. Kay Schmalhausen S.C.V, recordó a los feligreses del sur andino del Perú que la Iglesia no puede callar cuando la vida humana es atacada porque "siente suyo el deber de levantar la voz cuando de las cuestiones fundamentales del hombre se trata".
Ante el debate suscitado en las últimas semanas sobre la despenalización del aborto en el país, Mons. Schmalhausen explicó que la Iglesia no puede callar "cuando de las cuestiones fundamentales del hombre se trata, cuando está en juego el bien de un pueblo o de la humanidad misma, de su presente y futuro, de los derechos fundamentales e inalienables del hombre, así como de los deberes y responsabilidades inalterables de la sociedad".
Tras recordar que "la vida humana es un don a ser recibido y acogido en el seno de nuestras familias", explicó que "nadie, ningún hombre, ninguna autoridad humana, está por encima de otro hombre para decidir sobre la vida de otro. En el origen de todo debate que busca implantar el aborto y relativizar el derecho primordial a la vida de todo concebido, se encuentra indiscutiblemente la lógica de Caín, que a ocultas, aunque siempre culpablemente, mata a su hermano".
El Obispo agregó que "el argumento, del todo falaz, de que la Iglesia serían los sacerdotes y obispos, y que ellos menos que nadie tiene derecho de opinar y mucho menos decidir sobre la suerte de la mujer embarazada, es poco menos que razonable. No; la Iglesia somos todos los bautizados".
"Ella habla precisamente, en una materia tan sensible como ésta, en defensa de todos sus hijos, más aún, de toda mujer. Ella más que nadie sabe del gozo y de los sufrimientos de sus familias, de los gozos y dramas de sus jóvenes; conoce perfectamente la situación innumerablemente confesada de sus hijas, las mujeres en estado y ¡cómo no!, de aquellas que han vivido la tragedia del abortado", indicó.
"Quizás Ella más que nadie conoce la trama de secreta angustia y desesperación que se urde en torno a cada historia de aborto. Sabe, en verdad, que el drama de la mujer ante tal situación no solo debe ser escuchado y comprendido, sino resuelto para su auténtico bien; bien que no está en oposición, sino que lo es también del hijo que lleva en sus entrañas, y que tiene derecho a la vida", señaló.
También señaló que las leyes penales "existen para punir el mal, no para justificarlo bajo sutiles argumentaciones, como hemos venido escuchando. El principio fundamental del ‘no matarás’, trasgredido igualmente con el aborto en casos de violación o del aborto terapéutico, no es, además, tanto un asunto de materia religiosa, cuanto una grave frontera ética y moral, que una vez traspasada no tendrá retorno".
"Una sociedad que, bajo cualquier argumentación artificial, es capaz de justificar la matanza de sus hijos, terminará por corromperse a sí misma y se hará culpable de la difusión amenazante de una cultura de muerte", indicó y recordó que "para nadie es desconocido el hecho de que la estrategia por parte de grupos e instituciones tanto nacionales como internacionales pro abortistas es que las primeras concesiones legislativas favorables al aborto abran, co el paso del tiempo e ingeniosos mecanismos de presión, la brecha a una liberalización legal, y por ende a una posterior práctica institucionalizada del aborto en los países del tercer mundo".
Mons. Schmalhausen manifestó la necesidad de impulsar desde el sector público "efectivas políticas y acciones que fortalezcan la red de seguridad social para las madres gestantes y familias expuestas a situaciones sociales extremas y por tanto en riesgo de sufrir en su seno el aborto".
En este sentido, aclaró que "la Iglesia no ha sido, como algunos han insinuado, indiferente a esta sensible problemática. Hoy por hoy quiere y de hecho viene ya hace tiempo aportando con su laboriosa experiencia en el campo de la vida humana, por ejemplo con los Centros de Ayuda para la Mujer o el Proyecto Esperanza , que buscan ayudar a mujeres en riesgo de abortar o curar las heridas de aquellas que sufren el síndrome post aborto".

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