Pbro. Sergio Román del Real
www.vicariadepastoral.org.mx
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HAY UN SOLO DIOS
"Yo, Yahveh, soy tu Dios,… no habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto…" (Ex 20, 1-5).
Éste es el texto que citan nuestros hermanos evangélicos y "cristianos" (así, entre comillas) para demostrarnos a los católicos que somos idólatras porque "adoramos a los santos". ¿Qué les respondemos?
SOLO ADORAMOS A DIOS
Nuestros católicos sencillos no son tontos. Quizás no conozcan mucho de Biblia ni de su propia doctrina religiosa, pero distinguen muy bien entre Dios y la Virgen María y los santos. Ellos saben muy bien que ni la Virgen ni los santos son Dios. El problema es que no saben usar las palabras con propiedad.
Si un novio dice que adora a su novia no vamos a pensar que está cayendo en la idolatría. Usamos la palabra "adorar" con el sentido de "amar mucho" y por eso nuestro pueblo dice que adora la Virgen y a los santos. Las distinciones son propias de los intelectuales. Hablando con propiedad, adoramos solamente a Dios.
Técnicamente decimos que a Dios le damos culto de latría (adoración). A la Virgen María la veneramos de manera especial, es decir, le damos culto de hiperdulía (veneración especial). Y a los santos los veneramos, es decir, les damos culto de dulía (veneración).
Aquí está, queridos hermanos evangélicos, nuestra respuesta católica, y, por favor, no nos vuelvan a calumniar diciendo que adoramos a los santos.
¿ADORAMOS IMÁGENES?
No; no somos tontos. Todos sabemos que una imagen es un objeto hecho de madera o de algún otro material. Cuando besamos una imagen, no es al objeto material al que besamos. Sino a la persona que representa. Tal como un novio besa el retrato de su novia y no decimos que está enamorado del retrato. Técnicamente llamamos a ese tipo de culto "relativo" porque el gesto de adoración o veneración no se queda en el objeto, sino que pasa a la persona representada.
Una vez unos testigos de Jehová me molestaban con eso de que los católicos adoramos a las imágenes: tomé uno de sus libros en el que representaban a Jesús, lo puse respetuosamente en el suelo y les dije: "Dicen que ustedes no adoran a las imágenes; vamos a ver: pisen esa imagen". Fue cruel de mi parte, pero no la pisaron. Ellos también aceptan que esa imagen representa a Jesús y que merece respeto.
La Iglesia nos enseña que es lícito representar a Dios y a los santos por medio de imágenes y que la prohibición bíblica se refiere a la adoración de falsos dioses, como lo prueba el que el mismo pueblo hebreo recibió el mandato divino de hacer dos ángeles para el arca de la alianza, y de hacer una serpiente de bronce en el desierto para sanar de las mordeduras de víbora. Hubo en la historia de la Iglesia una tendencia que se llamó iconoclasta (destructores de imágenes), la Iglesia los condenó y nos enseñó que era lícito representar a Dios y a los santos, con la condición de que no atribuyéramos a las imágenes (objetos, a fin de cuentas) características personales o poderes propios.
Dios se vale de una imagen para mostrar su misericordia, pero no es la imagen la que hace favores o milagros, es Dios mismo. Lo mismo podemos decir de algunos lugares santos que nuestro pueblo visita en peregrinación pidiendo a Dios una gracia.
¿LOS SANTOS HACEN MILAGROS?
Un milagro es un hecho maravilloso que sobrepasa las leyes de la naturaleza. Algo inexplicable por la ciencia pero que ella constata y acepta. ¿Quién puede sobrepasar las leyes de la naturaleza? Solamente Aquél que puso esas leyes: Dios. Nada más Dios, nunca un hombre. Precisamente los milagros son una prueba de la divinidad de Jesús.
La Santísima Virgen y los santos no hacen milagros. No pueden hacerlos porque no son Dios. Ellos tan sólo abogan por nosotros, como un hermano lo hace por otro hermano. Dios escucha nuestra petición ¡y escucha la de ellos! Por eso cuando recibimos un favor celestial, lo agradecemos a Dios, pero también agradecemos a los santos que hayan rogado por nosotros. A la Virgen le decimos: "Santa María, ruega por nosotros".
¿CÓMO DEBEMOS VENERAR A LOS SANTOS?
No es correcto tener devoción a un santo sólo porque es muy milagroso. Hay santos que se ponen de moda y ni siquiera sabemos quiénes son.
La verdadera devoción comienza cuando nos interesamos en conocer la vida de un santo y tratamos de imitar su amistad con Dios. Solamente después de esto se va pedirles su intercesión delante de Dios. Exageramos nuestro amor a la Virgen y a los santos cuando los ponemos antes que a Dios. Entonces sí, como dicen nuestros hermanos evangélicos, somos idólatras. Lo mismo podemos decir en torno a las imágenes. Si damos a una imagen un culto deformado, estamos siendo idólatras.
La Iglesia recuerda una vez al año, normalmente en el día de su nacimiento al cielo, es decir: el día de su muerte, la memoria de un santo y celebra la misa en su honor. La Iglesia venera las reliquias de los santos y las expone para su veneración pública. Lo hace así desde sus principios, ya que acostumbraba celebrar la Misa sobre la tumba de los mártires.
Todavía, en los altares de las iglesias antiguas, se guardan restos de los mártires y se celebra la Misa sobre ellos.
La Iglesia nos propone a los Santos como modelos de vida y patronos de nuestras comunidades. Honramos a los santos cuando ponemos su nombre a nuestros hijos en el bautismo.
Es deplorable el que esa costumbre se vaya perdiendo entre los católicos. Hemos perdido, también, la costumbre de leer las vidas de los santos y ahora son unos perfectos desconocidos para los fieles católicos. Todos deberíamos conocer por lo menos la vida del santo cuyo nombre llevamos y el del patrono de nuestra parroquia. Nuestros santos son los hermanos mayores de los que nos sentimos orgullosos porque nos animan, también, a ser santos.
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