Padre nuestro que estás en el cielo y en cada rincón de la tierra
sobre todo donde un hombre refleja con su cuerpo y mente sana tu imagen.
Te reconocemos el Grande en el cielo y en la tierra
por todos los valores humanos presentes en el deporte.
Te bendecimos por todos los deportistas,
por sus familias y por quienes les apoyan.
Ayúdales a sacar el mayor bien de su talento y espíritu de equipo.
Padre nuestro que miras por igual a todos tus hijos
a quienes ves enfrentados jugando en el mismo estadio;
que no nos aislemos en nuestro egoísmo.
Quisiéramos realzar tu nombre
viviendo deportivamente el mensaje de aquel Monte,
con limpieza de corazón, sed de justicia, misericordia y de paz.
Que no usemos nunca la violencia o los puños para ganar
sino las normas del reglamento que deportivamente nos dignifican.
*Venga a nosotros tu reino que se nos da en el don del juego
que nos permite divertirnos y crecer física y espiritualmente.
Venga a nosotros tu Reino si de verdad Dios es nuestro rey
el de la paz y el del amor y trabajamos para que Él reine en el estadio.
Aleja de nosotros los reinos de la violencia,
de la mentira, de la trampa y de la traición.
*Hágase tu voluntad siempre y en todas partes.
En los estadios y en las canchas
que tus deseos no sean obstaculizados
por los hijos de la trampa y el cartón.
*Danos el pan para vivir solo el momento presente
que esté amasado con inteligencia y voluntad.
Aleja de nosotros el pan de la cizaña
que siembra envidia y división porque mañana puede ser tarde.
*No nos dejes caer en la tentación de almacenar lo que nos diste,
de acumular lo que otros necesitan,
de mirar con recelo al de enfrente.
Ayúdanos a eliminar la intolerancia
y a construir un mundo más fraterno y solidario;
un deporte que contribuya a hacer que se ame la vida
y que eduque para el sacrificio, el respeto y la responsabilidad,
llevando a una plena valorización de toda persona humana.
Que estemos dispuestos a pedir perdón
por lo que en el mundo del deporte se ha hecho o se ha omitido.
Y que nuestra mirada siempre este en el triunfo definitivo
donde fundamos nuestra esperanza.
sobre todo donde un hombre refleja con su cuerpo y mente sana tu imagen.
Te reconocemos el Grande en el cielo y en la tierra
por todos los valores humanos presentes en el deporte.
Te bendecimos por todos los deportistas,
por sus familias y por quienes les apoyan.
Ayúdales a sacar el mayor bien de su talento y espíritu de equipo.
Padre nuestro que miras por igual a todos tus hijos
a quienes ves enfrentados jugando en el mismo estadio;
que no nos aislemos en nuestro egoísmo.
Quisiéramos realzar tu nombre
viviendo deportivamente el mensaje de aquel Monte,
con limpieza de corazón, sed de justicia, misericordia y de paz.
Que no usemos nunca la violencia o los puños para ganar
sino las normas del reglamento que deportivamente nos dignifican.
*Venga a nosotros tu reino que se nos da en el don del juego
que nos permite divertirnos y crecer física y espiritualmente.
Venga a nosotros tu Reino si de verdad Dios es nuestro rey
el de la paz y el del amor y trabajamos para que Él reine en el estadio.
Aleja de nosotros los reinos de la violencia,
de la mentira, de la trampa y de la traición.
*Hágase tu voluntad siempre y en todas partes.
En los estadios y en las canchas
que tus deseos no sean obstaculizados
por los hijos de la trampa y el cartón.
*Danos el pan para vivir solo el momento presente
que esté amasado con inteligencia y voluntad.
Aleja de nosotros el pan de la cizaña
que siembra envidia y división porque mañana puede ser tarde.
*No nos dejes caer en la tentación de almacenar lo que nos diste,
de acumular lo que otros necesitan,
de mirar con recelo al de enfrente.
Ayúdanos a eliminar la intolerancia
y a construir un mundo más fraterno y solidario;
un deporte que contribuya a hacer que se ame la vida
y que eduque para el sacrificio, el respeto y la responsabilidad,
llevando a una plena valorización de toda persona humana.
Que estemos dispuestos a pedir perdón
por lo que en el mundo del deporte se ha hecho o se ha omitido.
Y que nuestra mirada siempre este en el triunfo definitivo
donde fundamos nuestra esperanza.
Amén.
Escrito por Antonio Díaz Tortajada -Sacerdote-periodista
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