“y verán su rostro y llevarán en la frente su nombre.” Apocalipsis 22,4
Ya desde el Antiguo Testamento se habla referente a un signo en la frente (Ezequiel 9,4), que es el signo de la Tau, que se ordena poner sobre los buenos que era una pequeña cruz o equis de la antigua escritura fenicio-samaritana. La Tau «T» es la última letra del alfabeto hebreo. Decimonona letra del alfabeto griego, que corresponde a la que en el nuestro se llama «te».
También con ocasión del éxodo un signo especial sirvió para proteger a los israelitas contra el ángel exterminador (Éxodo 12,23). Padres de la Iglesia como Tertuliano ya desde el siglo II han visto en esta señal un tipo del carácter bautismal del cristiano, destinado por vocación a la vida eterna.
"En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras entradas y salidas, al ponernos nuestros zapatos, en el baño, en la mesa, al prender las velas, al acostarnos, al sentarnos, cualquiera que sea nuestra ocupación, nos marcamos la frente con el signo de la cruz ". (1)
Y después San Cirilo de Jerusalén haciendo eco a Tertuliano también escribía:
“Debemos hacer el signo de la cruz cuando comemos y bebemos, nos sentamos, vamos a la cama, nos levantamos, hablamos, caminamos, en suma: en cada acción (2)
No se sabe exactamente cuando empezaron los cristianos primitivos a signarse con el signo de la Cruz, pero estos testimonios nos dicen que esta es una practica cristiana muy antigua, encontrada también en sarcófagos y pinturas e iconos muy antiguos, y del cual muchos Padres recomendaron este signo en los exorcismos por su eficacia contra todo tipo de molestia demoníaca (3). Por eso satanás odia este signo, y cuando nosotros lo hacemos o el sacerdote lo hace, los demonios huyen. Hacer la señal de la cruz en los momentos de tentación y la confusión es de gran beneficio espiritual.
Este tipo de signo de la cruz se hacia en la frente, y nada mas con el pulgar. Aun vemos esta modo de santiguar cuando en la lectura del Evangelio el sacerdote signado los Evangelios con el pulgar, antes de leer. Luego esta forma de signarse se extendió hacia la boca, y hacia el corazón con algunas variantes en la Iglesia griega y en la Latina, en sus significados, como en el modo acomodar los dedos, pero que en ultima instancia significan lo mismo, i.e., amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerza. (Cf. Mat 22,37).